domingo, 20 de noviembre de 2011

Películas Fuego, Tierra, Agua

Fuente: www.educarueca.org


 La película AGUA de la directora india DEEPA MEHTA, cuenta una intimista, tierna y dura historia de amor a orillas del río Ganges, marcada por la presencia de las viudas hindúes que viven reclutadas y condenadas a todo tipo de privaciones.


En el año 2000, después de obtener todos los permisos necesarios y la aprobación del guión por parte del gobierno de la India, los actores y el equipo técnico viajaron a Varanasi para empezar el rodaje de Agua. A los dos días de comenzar a rodar, se desataron violentas protestas protagonizadas por fundamentalistas.

Se acusó a la película de ir contra la religión hindú, los decorados fueron destruidos y tirados al río, y las manifestaciones se sucedieron en las calles de Varanasi. Ante las crecientes protestas y amenazas, el rodaje tuvo que ser suspendido.


El proyecto tardó cuatro años en volver a ponerse en marcha, esta vez en Sri Lanka donde entre otras cosas, hubo que cambiar el reparto por completo. Deepa Mehta se convirtió en persona “non grata” en su país por haber enseñado al mundo imágenes rechazadas por la cultura india.

En Agua -film con el que la cineasta concluye su trilogía iniciada con Fuego (1996) y continuada con Tierra (1998)- arremete contra lo que ella llama "el fomento de la ignorancia" a través de las religiones.
Una ignorancia que, en el país de origen de la directora, pervive por lo que respecta, entre otros, al asunto que aborda el filme. En la actualidad, explica Deepa Mehta, hay en India 34 millones de viudas, 11 millones de las cuales viven en ashrams en medio de una miseria absoluta.
Lo que sí ha cambiado, añade, es que los matrimonios de hombres mayores con niñas hoy están prohibidos.
Deepa Mehta, cuya mirada se encuentra entre las más comprometidas del nuevo cine indio, lamenta que, pese a las políticas sociales y sobre todo al trabajo "sobre el terreno" de activistas de organizaciones no gubernamentales, se mantengan en India tradiciones execrables como la de encerrar a las viudas.

"El problema, según lo veo yo", reflexiona la directora, "es de base. Son las propias mujeres las que se avienen a estas costumbres porque creen que si no lo hicieran traicionarían los textos sagrados, renegarían de su religión".
La cineasta, sin embargo, no quiere circunscribir la lacra del integrismo ni a su país, ni al hinduismo. "En todo el mundo continúa habiendo mucha dependencia de las religiones".



Deepa Mehta

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